Para nadie es un secreto que, a medida que le vamos sumando años a nuestra vida, suceden una serie de cambios. Así como ganamos en experiencia y sabiduría, vamos perdiendo algunas condiciones, entre ellas, la capacidad de percibir el mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos.
La forma en la que percibimos el sabor de los alimentos va cambiando a medida que vamos avanzando en edad, y esto se debe la disminución de las hormonas, sumado a otras causas, que hacen que disminuya el umbral de percepción de los gustos salado, dulce y amargo. A esto, también le podemos añadir los problemas fisiológicos y típicos de la edad.
A partir de los 60 años, aproximadamente, se reduce el sentido del olfato y esto se debe a la reducción en el número de receptores olfativos en la cavidad nasal o a una menor regeneración de las células receptoras; en consecuencia, se tiene una mayor dificultad para detectar y distinguir diferentes olores y para percibir sabores.
En cuanto al sentido del gusto, la disminución de la percepción se debe a muchos factores que van desde los fisiológicos, como los cambios estructurales de las papilas gustativas, ya que estos suelen cerrarse un poco y, por lo tanto, la recepción del gusto se hace menor. También se encuentran, algunas deficiencias y problemas comunes en esta etapa de la vida, como: patologías crónicas y tratamientos invasivos, enfermedades recurrentes, la ingesta de muchos medicamentos (como antibióticos y pastillas para la hipertensión arterial) y la falta de ciertos nutrientes.
Si bien, esto puede causar un poco de alarma, gracias a la Neurogastronomía Aplicada existen soluciones para mejorar la percepción del gusto, haciendo algunos ajustes, partiendo desde la fórmula del sabor. ¿Qué se te ocurre que se pueda hacer para que las personas con esta condición puedan apreciar y disfrutar mucho más sus comidas?
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